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Un Chaparrero siempre “invicto”
Es Chaparra, al norte de Las Tunas, hogar de
gente muy especial: humilde, trabajadora, alegre, hospitalaria. Quien
alguna vez visita este tranquilo poblado, luego, no dejará de hacerlo,
negando la máxima del poeta de “tratar de nunca regresar al lugar donde
se ha sido feliz”. Ramón Domínguez Reyes/CO8PR, es uno de sus
habitantes, tan “invicto” como el sitio que lo vio nacer hace 56 años y
del que seguramente heredó la fuerza de voluntad y alegría de vivir que
lo caracteriza, como compensación a las tantas pruebas que le ha
impuesto el destino.
Ramoncito, como es conocido por sus muchos amigos de la isla grande y “allende los mares”, es sin dudas, uno de los radioaficionados más conocidos por esta parte del oriente cubano, otro buen Chaparrero y mejor persona, Alexy Rojas/CO8KA, tuvo el buen tino de interesarlo por la radioafición. “Me inicié en 1992, -cuenta Ramoncito- no sabía siquiera que era la radioafición, un amigo me comentó sobre ella, en ese momento no me interesó pues lo consideré una pérdida de tiempo, pero con el transcurso del tiempo me empezó a llamar la atención, pues era el tema de conversación todas las tardes, así me picó el bichito de la radio”.
Para muchos, la radio es algo más que un simple pasatiempo, forma parte cotidiana e indispensable de nuestras vidas, para Ramoncito es y será, una necesidad casi fisiológica.
Poco tiempo después de su nacimiento, el 18 de septiembre de 1954, se descubrió que padecía de una enfermedad congénita. “Cuando nací, como era costumbre por aquella época, el parto fue atendido por una comadrona, sorprendidos, vieron que mis pies estaban doblados hacia adentro -lo llaman “pies varos equinos”, acota- y apenas me movía, lloraba muy débilmente. Al otro día, los médicos me examinaron y diagnosticaron muerte cerebral, ¡gracias a Dios se equivocaron! cuenta jocosamente- porque en realidad, padezco de distrofia muscular”.
Sin dudas, justo desde su llegada al mundo, comenzaron los retos para este chaparrero de cepa. Caminó a los tres años, luego de una intervención quirúrgica, pero a los siete, retornaron los problemas con sus pies. “Entonces me llevaron a la Habana, allí me operaron y trataron con medicamentos y fisioterapia pero no pude terminar el tratamiento debido a la “crisis de octubre”, regresamos y a causa de nuestro bajo nivel económico, nunca más volvimos a la capital”.
Sus limitaciones físicas, Ramón las ha suplido con su
avidez de conocimiento y fuerza de voluntad, amén de la incondicional
ayuda de su familia, en la que su hermana Iraida, también es
radioaficionada con indicativo de llamada CO8IU.
Aprendió a leer y escribir a los 18 años,
gracias a un maestro que vivía cerca de su casa, para luego, a golpe de
sacrificio, continuar los estudios secundarios y finalmente, obtener el
12 grado en la Facultad Obrero Campesina. “(...) aprendí a leer y a
escribir gracias a un maestro que vivía cerca, José Rodríguez, al que le
debo todo lo que se.
Mis estudios posteriores se los debo a mi padre quien haciendo un gran esfuerzo, me llevaba todas las noches en su bicicleta (…) en este periodo también estudié el idioma ruso por radio, electrónica e idioma inglés”.
Sin embargo, Ramoncito se confiesa un eterno deudor de nuestra afición común, “Mi vida tiene un antes y un después de la radio”, la llegada de la radioafición a su vida, constituyó un aliciente, al margen de que hasta ese momento, nada había sido obstáculo para su fortaleza de carácter. “(...) cambió totalmente mi vida (…) me hizo sentir útil, he podido ayudar a otras personas en muchísimas ocasiones, nunca olvidaré -rememora- cuando un colega que vive en otra provincia, pero tiene familia aquí en Chaparra, me pidió que los visitara para saber de ellos, yo por supuesto los visité y al otro día, cuando le conté como estaba su familia, le dije que me había costado un poco de trabajo encontrarlos ya que las calles estaban un poco malas y que era bastante lejos y que yo iba en mi silla de ruedas (..) ¿Como que silla de ruedas? -me dice- mira, es que soy impedido físico, Compadre, -me dijo- que pena contigo, ¡yo no lo sabía! (…) -rápidamente le repliqué- pues no sientas pena, porque me diste la oportunidad de ser útil y no sabes la satisfacción que siento cuando puedo ayudar a alguien”, Ramoncito es así, sin dudas, su jovialidad y sentido de la amistad le ha servido de fuerte asidero.
Sección: Los Radioaficionados cuentan su historia
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